El teatro de los aparecidos

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viernes, 13 de diciembre de 2013

Nuestros ojos dejando de brillar II.

Llego a la casa de Ethan, el sale corriendo hacia mí con los brazos abiertos. No puedo detener la sonrisa que se abre paso entre mis labios y corro hacia él. Me levanta en brazos y me hace girar con los pies en el aire, es tan tonto y divertido que reímos. "Te extrañe" susurra contra mi oído y me mantiene aun sin tocar el piso, pasa su mejilla con barba por la mía y tiemblo. El siempre me hace sentir tan querida, tan delicada. Encierro su cintura con mis piernas y su cuello con mis manos, lo miro a los ojos y le doy un pequeño beso, el tiembla y yo me derrito. Ethan me hace sentir viva, importante, conectada a este mundo que parece cada vez más extraño para mí.
Paso mis manos por su cabello y el cierra los ojos, acaricio el lóbulo de su oreja izquierda, la muerdo y le susurro "¿Tal vez deberíamos entrar o nos vamos ya?"  Abre los ojos de golpe, sus hermosos ojos verdes mirando directamente, los míos café. "Depende de lo que la Señorita desee" sonríe, acaricio su mejilla con el dorso de mi mano y digo suavemente y con cariño "Creo que me quedare un buen tiempo en tu casa, así que nos pondremos al día muy pronto. Pero hay que comprar lo que necesitamos ahora o tal vez después lo olvidemos" Ethan asiente. Suelto su cintura pero mantengo mis manos en su cuello, el me suelta lentamente y yo paso mis manos mientras me deslizo, por su pecho, con la misma lentitud. El sonríe y dice "¿Estas intentando provocarme, Marie?" yo lo miro y una sonrisa cómplice se me escapa. Sin previo aviso me toma entre sus brazos y me besa realmente duro, hasta que tengo que alejarme de sus labios por aire, sus ojos chispean con diversión. Estoy en casa.


Compramos todo lo que necesitamos, corremos, cantamos y yo me subo en la carretilla del supermercado mientras él la llena de vino, alcohol y snacks. El me cuenta de su último viaje y de todos los lugares a los que podemos ir, y yo me siento lista para dejar el fantasma del futuro marido de mi hermana en un closet bien metido y olvidado. Pagamos y guardamos todo en el carro, subo en el asiento del copiloto, conecto mi ipod al estéreo y comienzo a cantar una canción sobre un mundo mejor, donde el peso de los desamores no tienen cabida y donde el pasado ya no importa. El toma mi mano antes de encender el carro, canta conmigo y me siento esperanzada porque sé que lo puedo amar, que solo necesito sellar lo demás y estaremos bien. Su celular suena y me pide que tome la llamada, miro la pantalla y dice: Monic. Mi hermana. 

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