El teatro de los aparecidos

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viernes, 14 de marzo de 2014

Cuando le entrego el doctor II.

Viernes 30 de agosto del 2013, hora 08:51 p.m.
Ha sido hermoso todo este tiempo que hemos estado juntos, he sentido que ha restaurado mis heridas, pero las cosas no podían seguir yendo bien. No tengo tanta suerte; el tenia que dañarlo todo.

-Debemos dejarlo ir-agarra mi mano y besa mi palma, yo lo miro con terror.
-¿De que estas hablando? todavía no lo puedo dejar ir- digo soltando mi mano de la suya y abrazándome.
-Lo hemos intentado todo Blanca, todo. Debemos aceptar que no podemos ser padres, que ya no hay oportunidades. Debes ir al doctor y hacerte una inducción de parto, han pasado mas de dos semanas.- el toma de nuevo mi mano pero esta vez para poder empujarme contra el, mi cabeza esta contra su pecho. Esconde su rostro entre mi cabellos y continua hablando, contra mi oído.-En el comienzo creí que como en otras ocasiones irías de una vez que lo perdiste para que te inducirán, pero ha pasado ya esta cantidad exagerada de tiempo y no has hecho nada.- dice el de repente molesto, pero yo no puedo centrarme en eso demasiado. Tuve la esperanza de que el al fin entendiera cuanto me duele hacer tantos planes, tener tan sueños para que luego solo, se desplomaran en el piso como hojas secas.
Yo lo miro ahora iracunda, con la locura palpitando sobre mi cabeza con diversión -Tu no lo entiendes, nunca lo has entendido. Ni si quiera has estado aquí en los momentos en que te he necesitado- el intenta hablar pero yo lo callo. -¿Sabes cuantos bebes que perdido? ¡Si quiera lo sabes! He perdido cuatro bebes, cuatro. Y todos ellos fueron esperanza, fueron fe, fueron anelo y después fue solo oscuridad; entre ese montón de oscuridad uno esperaría que su persona mas amada le diera alivio, pero tu solo "estabas ocupado", "tenias mucho trabajo", "había un nuevo paciente" esta es la primera vez en todo este tiempo que has estado conmigo después de que lo he perdido, en todas las demás ocasiones estuviste encerrado en el hospital. Ocultándote entre las blancas paredes dignas de ese edificio, dejando sola a tu esposa en un punto muerto entre la locura  y la ilusión.- el me aprieta con mas fuerza y me dice al oído con palabras rotas -Perdón, perdón. Tenia miedo de verte rota, no sabia como sanarte, como curar ese dolor; todavía ni si quiera he podido vendar mis propios amputados sentimientos.- me besa la frente, la oreja, mi mejilla, la comisura de mis labios y es como si hubiera puesto áloe en mis quemaduras. La ira se esfuma pero la tristeza se asienta en mi cuerpo. Acaricio su cara y miro directamente a sus ojos; no puedo odiarlo por no saber como medicar mi corazón pero tampoco puedo perdonarle que haya salido huyendo y me haya dejado sola y fría todo este tiempo. Lo miro unos largos minutos y luego bajo mi vista a mi regazo. -Se que he esto ha sido difícil para ti, pero te necesitaba tanto, te necesito tanto.- Las lagrimas caen por mis ojos sin ser bienvenidas, trato de recomponerme pero parece que no pueden parar; el besa cada una de mis lagrimas y me aprieta contra si mismo. -Deberías descansar un poco.- Se levanta de la cama y se aleja, yo tiemblo. -Lo prometiste.- Logro llegar a decir con una voz asfixiada, el me mira un minuto completo y luego sus ojos se abren enormes al entender. -No me voy a ir, solo voy al tomar una ducha- se acerca en donde estoy besa mi frente y se va al ba
ño, antes de entrar mira hacia donde estoy por unos segundos con una extraña mirada y luego desaparece por la puerta.


Cuando el cerro la puerta, sentí a la figura del Dolor removerme en su posición alado de la ventana; llamando mi atención, lo miro por mi visión periférica y se que sigue sonriendo. El no se mueve mas, se mantiene quieto, observando, esperando el momento de destruir todo lo que pueda. Mientras, yo trato de respirar con normalidad. Si el se da cuenta que yo lo observo, que estoy nerviosa no tengo la menor duda de que me atacara sin piedad cierro mis ojos y pienso en calidez, en nubes, en atardeceres y así embarcada en un cielo rosáceo me duermo.



10:00 p.m. del mismo día.

La puerta se abre y yo me despierto sobresaltada. Una brisa marina sale del cuarto de baño, golpea mi nariz con ferocidad pero sin ahogarme. El aire huele a limpio, a sal marina y a sol, a verano en su pleno apogeo. El sale con solo una toalla en su cintura, tapando su desnudes; su cabello mojado y revuelto, su cuerpo con algunas gotitas traviesas jugando en lugares estratégicos. Su mira es determinada y tiene una suave sonrisa hipócrita que aprieta mi corazón. Se acerca con su paso de cazador, hipnotizandome con sus ojos grises. El esta cerca de la puerta cuando lo veo por primera vez y de repente esta sentado a lado mio en la cama, una pequeña parte de mi percibe el error, pero estoy cautiva por su mirada. El toma mi mano y da suaves y tiernos besos por mi muñeca hasta mi hombro, después hacia mi cuello el ultimo que siento antes de un pinchazo en mi brazo es uno en la barbilla. Rápidamente mis ojos se sienten cansados y mi cuerpo pesado, trato de pelear contra el sueño pero es demasiado fuerte, lo ultimo que veo son sus lagrimas.


Sábado 31 de agosto del 2013, hora 12:00 p.m.

Respiro y abro mis ojos suavemente como hojas rezagadas de abeto en el viento de invierno. Y lo primero que veo es un techo pulcramente blanco, mi respiración se para. El no lo hizo ¿verdad? El no pudo haberlo hecho ¡El me ama!
Paso mi mano por mi estomago y algo se siente diferente, perdido. Vuelvo a respirar y allí esta el claro *creeck* de un interruptor al ser bajado; la poca cordura que se había mantenido fija a este suelo infertil a sido arrancada de raíz, se vuelve a parar mi respiración y todo va cambiando. Los recuerdos se vuelven hielo, se congelan con rapidez, abarcando todas las memorias; la próxima respiración las aplasta con nieve, pronto todo se vuelve blanco y estoy sola en un mundo glacial; no tengo miedo aunque no hay ninguna dirección concreta a la que seguir, todo lo que alcanzo a ver es nieve blanca, blanca nieve.
Mis labios lo repiten y ya no se quien soy ni donde estoy; es como magia, se que antes era alguien, pero ya no mas y eso me hace reír. Reír en serio hasta las lagrimas, rió, rió, no puedo parar aun cuando entran dos enfermeros y me sedan.


Miércoles 4 de septiembre del 2013, hora 08:23 a.m.

 Entran dos hombres con batas a mi cuarto uno es mi... psicólogo o algo así dijo la ultima vez que vino. El tiene los ojos azules mas bonitos que jamas he visto-bueno ya que he perdido la memoria no he visto muchos, me rió un poquito y los dos hombres fijan su mirada sobre mi- y el cabello mas negro que la noche. El es muy paciente conmigo y realmente me escucha, cuando le digo que no recuerdo no me ataca con preguntas como el doctor de los ojos grises.
El doctor de los ojos grises vino como siempre con mi loquero, tiene esa mirada desgarradora, firmemente fijada a su rostro, pero trato de ocultar que lo se. Algo en mi me dice que no debo entablar ninguna relación con el. El doctor de los ojos grises tiene el cabello dorado y la cara preciosa, creo que en vez de ser doctor debió ser modelo, le hubiera quedado mejor, al pensar eso me vuelvo a reír y los dos me miran curiosos.
El que se acerca primero es el doctor de los ojos grises y comienza como todos los días; saludándome "Buenos días, Blanca. ¿Has recordado algo?" Lo miro mal, realmente mal como si fuera algo asqueroso bajo mis zapatos "No me llamo Blanca, me llamo Celeste, Doctor Grey. Cuantas veces tendré que decirle lo mismo?" mi voz suena cansada y molesta. "Si lo haces, te llamas Blanca, Blanca y no me llamo Grey, mi nombre es Joseph, pero regresando al tema ¿has recordado algo?" Lo miro cada vez mas molesta, respiro profundo y dirijo mi mirada hacia el loquero "No recuerdo nada." es lo único que digo; el asiente una vez y mira con algún tipo de emoción que no entiendo a Grey.
"Entonces solo tenemos que esperar algo mas de tiempo" dice Blue pero yo estoy viendo hacia la ventana ya sin ningún interés hacia ellos; la verdad es que no quiero recordar, es mejor así. Me siento bien sin recordar, como si hubiera arrancado una vieja historia de mi libreta, faltan paginas pero este es un nuevo cuento y para el final de el no importa el comienzo.
Escucho como caminan hacia la puerta salen y cierran. Yo mantengo mi vista en el cielo y comienzo a acariciar mi vientre es un tic nervioso que tengo, cuando no se que hacer no mi cuerpo solo lo hago.  Cierro mis ojos y comienzo a cantar la canción que he comenzado a recordar, bajito para que ellos no se den cuenta.

"Mi pequeño no nacido, cada intento a fallado

nunca he sentido tus manitas pero debes saber que siempre te he amado
todos decían que era un equivocado pero... esta cuarta vez  yo lo se, yo lo se.
tu mami podrá conocerte; esta vez ya no importa el pasado..."

No se como acaba la canción pero así esta bien, puedo vivir con ello, mientras acaricio mi vientre nuevas palabras comienzan a tomar forma en mi cabeza y  luego le sigue un ritmo nuevo.

"Ansioso, ansioso esta el mozo
caído, callado y filoso
su sonrisa murió
¡Que asombroso!

Su rostro se volvió serio
¿Como sucedió? un misterioEl perdió su reflejo
Fue magia, fue muerte, amor, cautiverio

Este era un amor de espejo

Escucha mi niño, como su amor se volvió severo
termino deteriorado, obsceno y viejo
amputo lo que una vez fue sincero"

2 comentarios:

  1. Esta historia me pone la piel de gallina. Me siento tan en el personaje de Blanca.

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  2. Estoy tan feliz :3 trate de que las cosas no se enredaran demasiado con esta segunda parte.

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